Mensaje de cuaresma día 14. martes 02.03.2021
Antífona: Da luz a mis ojos, Señor, para que no caiga en el sueño de la muerte; para que no diga el enemigo: He triunfado sobre él.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Que El Padre misericordioso siga manteniendo nuestros corazones atentos a escuchar su palabra y ponerla en practica como preparación a la Pascua. Así sea.
Estamos en el II martes de cuaresma y El Señor, en esta primera lectura del profeta Isaías: 1, 10.16-20, sigue alentando nuestros corazones hacia la conversión, que cuando la vivimos plenamente, El Señor nos regala tres Gracias:
- Verso 16: "Lávense y purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal", es decir; reconoce tus pecados y arrepiéntete sinceramente.
- Verso 17: " aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, auxilien al oprimido, defiendan los derechos del huérfano y la causa de la viuda.", es decir; Repara los daños cometidos con aquellos a los que ofendiste o salieron afectados por tus faltas y si por alguna situación no esta localizable la persona que ofendiste, haz obras de misericordia corporales o espirituales con los que las necesiten.
- Y, la más importante, el verso 18: "Vengan, pues, y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados sean rojos como la sangre, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean encendidos como la púrpura, vendrán a ser como blanca lana", es decir; Tus pecados, tus prejuicios, tus vicios, tu pecatez, tu pequeñez de pensamiento y hasta la gente que te rodea te pueden hacer creer que ni Dios puede perdonarte, que hace mucho perdiste el derecho a ser hijo de Dios, tu no tienes derecho a arrepentirte, que no tienes derecho ser perdonado.
Pues entiéndelo de una vez; Dios todo poderoso, el Santo de los Santos, El rey del Universo, el Príncipe de la Paz, el Cordero de Dios que arranca el pecado del mundo, ha venido por ti y por mi, y no teniendo pecado, una vez y para siempre, hasta el fin del mundo, ha cargado con TODOS los nuestros y se ofreció al Padre por nuestra salvación. Cristo murió en una cruz en señal de que perdona TODOS tus pecados y con los brazos abiertos, porque su mayor alegría es abrazarte, solo debes acercarte, déjate alcanzar por la misericordia de Dios, aprovecha esta cuaresma.
Y, en continuación con la primera lectura, en el Evangelio Mateo: 23, 1-12 nos dice: En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame 'maestros'.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen 'maestros', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen 'padre', porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar 'guías', porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo nos invita a renunciar a la vida basada en el placer, en el tener y en el poder como lo hacen los escribas y fariseos. Por el contrario, poner nuestra confianza en Dios; porque hay maestros pero el Señor es El Maestro, hay padres pero el Señor es El Padre, hay guías pero el Señor es El Guía; y remata en el verso 12 diciendo: "Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Favorece, Señor, Dios todo poderoso, los ruegos de tus fieles y sana las debilidades de su alma, para que, recibiendo tu perdón, se alegren siempre con tu bendición.
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente. Amén.