ADVENITUS REDEMPTORIS. "y EL VERBO de hizo carne y habitó entre nosotros..." Jn 1, 14.
Martes III de Adviento: "Hijo, ve HOY a trabajar en mi viña"
Del santo Evangelio según san Mateo: 21, 28-32
Este día el evangelio nos presenta a un hombre que tenía dos hijos, le pide al primero que vaya HOY a trabajar a su campo y dice que sí, pero no va, después le pide al segundo que vaya y le dice que no va, pero al final se arrepiente y sí va a trabajar al campo de este hombre.
Hay mucha gente: ateos y aun católicos que dicen: "pues yo no mato, no robo, no ando en chismes, me porto bien, así que no necesito confesarme porque no tengo pecados", "yo no soy como esos pecadores", etc. Estos tales deberían bajarle muchas rayitas a su soberbia y a su orgullo, porque finalmente, si lo notas, no están haciendo nada, finalmente no hacen siquiera una obra de caridad, solo hablan y están poniendo su confianza en ellos mismos.
Esta podría ser la situación tuya o mía, te confiesas continuamente, vas a Misa, recibes la Santa Eucaristía, cantas la Misa, todo muy bonito y apenas sales de la casa de Dios te vamos a casa, viene una persona pudiendo ayuda, como diciéndote: hijo, ve HOY a trabajar a mis tierras, le dices sí, pero vas a la hora que te da la gana, de manera que para cuando llegas a ayudar ya otro hizo el favor que te habían pedido a ti. Esto no es ser Santo, esto es ser santurrón.
Por tu bien y para que puedas encontrar la misericordia de Dios, es necesario que aceptes que "estás regando el tepache", que eres limitado, que no lo sabes todo. Tu y yo somos miserables pecadores ante la presencia de Dios. Por eso dice al final el evangelio que los borrachos y las prostitutas se nos están adelantando, porque ellos se reconocen pecadores y pueden decir, "no creo en Dios", pero "sí van a trabajar sus tierras", es decir: visten al desnudo, atienden al enfermo, visitan al encarcelado, dan de comer al hambriento, etc., sí que nos llevan ventaja.
Antífona: El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.
Oh María, sin pecado concebida
rogad por nosotros que recurrimos a Vos
sin tardanza pregona lengua mía
las glorias y alabanzas de María
atiende a mi socorro, gran Señora
y ampárame tu diestra protectora.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,