ADVENITUS REDEMPTORIS. "y EL VERBO de hizo carne y habitó entre nosotros..." Jn 1, 14.
Domingo III de Adviento: ¿Cuix amo nican nica nimonantzin?
Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-48
La Virgen María se encaminó presurosa donde su prima Isabel, que estaba embarazada y la saludó, en cuanto escuchó el saludo, la criatura saltó en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo y exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?
El acontecimiento Guadalupano lo podemos revisar desde la ciencia, desde la fe, desde la cultura, desde la historia, a la luz del pueblo de ese tiempo que estaba en necesidad del acompañamiento, cariño y la ternura del abrazo de una Madre.
La imagen original de Guadalupe, no es una imagen, una foto, una pintura, ES UN CÓDICE, hay lenguaje, simbolismo que le llama la atención a los indígenas, que cuando lo ven, no ven una obra de arte, es un mensaje de esperanza de una Madre que viene a traer al verdadero Dios por quien se vive.
La Santísima Virgen de Guadalupe no habló en español, se presenta ante un indio y le habla en su idioma, el Náhuatl, su cabello peinado así significa que es virgen, pero el listón negro en su vientre significa que es Madre, de tal manera que cuando los indígenas la ven, saben que es virgen y madre, sus manos unidas en oración, una representa la raza indígena y la otra más blanca la raza europea, es decir, que ella quiere eliminar las diferencias entre ellas y unirlas.
Es parte de la historia y hay que aceptar que los españoles, al conquistar América, impusieron muchas cosas, entre ellas la religión Católica a la fuerza, a punta de golpes, de espada y sangre, aunque estas acciones no se justifican, lo también cierto es que evitaron que siguieran sacrificando a los indígenas, incluyendo niños que, antes de su llegada habían sido ofrecidos por miles a estos dioses falsos . El hecho de que la Guadalupana quisiera poner su casa aquí en México, cambió la dureza y violencia de los españoles de imponer la fe, por la compasión: No temas esta enfermedad ni otra angustia, "Cuix amo nican nica nimonantzin?", es decir "¿Qué no estoy yo aquí que soy tu madre?"
En este tiempo de Adviento nuestra respuesta a la Guadalupana, deberían ser las palabras de Isabel, ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? o la respuesta de Juan Diego. ”Señora mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable aliento, tu venerable palabra; por ahora de Ti me aparto, yo, tu pobre indito”, haz este pequeño compromiso y Nuestra Madre del Tepeyac hará el resto.
Antífona: No ha hecho nada semejante con ningún otro pueblo; a ninguno le ha manifestado tan claramente su amor.