ADVENITUS REDEMPTORIS. "y EL VERBO de hizo carne y habitó entre nosotros..." Jn 1, 14.
Miércoles I de adviento: "La Sanación física y espiritual"
Del santo Evangelio según san Mateo: 15, 29-37
En el evangelio de hoy le llevan a Jesús a muchos enfermos y él los sana a todos, y termina el pueblo glorificando a Dios por estos milagros recibidos. Pero esto no termina aquí, Cristo sigue preocupado, siente compasión por ellos porque no han comido y llevan tres días con él. Entonces toma la iniciativa e involucra a sus discípulos, estos le dicen que solo hay 7 panes y algunos pescados. Cristo ordena a la gente sentarse en el suelo, bendice los panes, los reparte, todos quedan saciados y hasta sobra.
Aquí descubrimos dos características de Dios:
- Dios puede sanar nuestras dolencias físicas y espirituales, es decir, restablecer aquello que fue dañado por el mal. Curar es sanar el mal.
- Dios alimenta, es decir, pone en nuestros corazones el bien que solo Él puede traer.
Y en el análisis de todo esto, lo complicado comienza cuando debemos reconocer ante Dios nuestras enfermedades para ser curados y nuestra hambre para ser alimentados. Porque para lograrlo, debemos cumplir con tres características:
- Humildad: Reconoce que necesitas ser sanado, porque cuando estas en pecado, lo más fácil es justificarlo: "esto no es pecado", "todo mundo lo hace", etc, al justificar tus pecados, estas como en una especie de ceguera.
- Pausa-Retiro: Interiorizar, entra en lo profundo de ti mismo para que encuentres tus heridas, tus llagas y reconoce tu ambre.
- Sinceridad: Fuera mascaras de "soy muy feliz", "no hay problema", "yo solo puedo con el paquete", "este es solo mi problema". Esto nos llega a la cabeza muchas veces, a través de esos libros, audios o videos de superación personal, sincérate ya, hay cosas que no puedes ni podrás hacer y menos tu solo.
En este tiempo de Adviento Cristo nos invita a ti y a mi a soltar ese orgullo y a reconocer que estamos enfermos y necesitamos ser curados y que tenemos hambre y necesitamos al Pan de la Vida. Estemos atentos a su Palabra, es decir, atentos al verbo de Dios, que es Dios y es la Palabra de Dios.