Cuaresma: "Iesu, mitis et humilis corde, fac cor meum sicut tuum". "Jesús, manso y humilde de corazón. haz mi corazón semejante al tuyo" Mt. 11,29.
"¡El evangelio es la Buena Noticia!". Pues sí, pero no. Porque una buena noticia es, por ejemplo: Que obtuviste tu título profesional, o que tendrás un mejor puesto y salario en tu trabajo, o que te vas a casar (no soy casado, pero hay quien dice que sí es buena noticia), o que tendrán en su matrimonio a su primer hijo. Estas son buena noticias, el evangelio es más que buena noticia; es La Palabra de Dios, es una pequeña prueba del gran amor que tiene Dios por el hombre/mujer, es un instructivo para conocer, amar y servir a Dios y al prójimo.
La Palabra de Dios se cumple, porque "cielos y tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt. 24, 35). Hoy en el evangelio hay "un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo". Cristo se presenta delante de él y le pregunta ¿quieres curarte? El enfermo adopta la postura de la muchedumbre del evangelio de ayer de solo querer el signo, el milagro; y por lo tanto, se ciegan sus ojos ante Cristo, quien todo lo puede y que tiene "Palabra de Dios, de Vida Eterna" (Jn. 3, 36). Solo debía decirle: ¡Sí Señor, sí quiero curarme!, pero en lugar de esto se queja: "Es que siempre me ganan, es que nadie me ayuda, etc.".
¿Cuantas veces has hecho tu lo mismo que este pobre enfermo? Cristo se ha presentado a ti con los brazos abiertos y te ha dicho: ¿quieres curarte?, que es como decirte: ¿Quieres salir de tu vicio o pecado?, ¿Quieres eliminar el odio y el rencor que hay en tu corazón?, ¿Quieres experimentar el Verdadero amor que nunca falla?. Nos acercamos ya a la recta final de la cuaresma y ¿lo único que has hecho es; dejar en visto, ignorar o posponer tu respuesta? No importa que lleves treinta y ocho años enfermos o sin confesarte. Cristo está dispuesto a decirte como a este enfermo;"toma tu camilla y vete", pero también: "Mira: ya quedaste sano: No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor".
Dios misericordioso, concedemos a reconocer tu presencia, permanecer siempre entregados a ti y obtener sin cesar de tu bondad, lo que vamos necesitando. Amén.