Cuaresma: "Iesu, mitis et humilis corde, fac cor meum sicut tuum". "Jesús, manso y humilde de corazón. haz mi corazón semejante al tuyo" Mt. 11,29.
Del santo Evangelio según san Juan: 12, 1-11
Dice Judas en el evangelio de hoy, al respecto de un perfume caro que se utilizó para ungir los pies de Cristo; "¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". Hoy en día, sigue siendo lo mismo solo que ahora son los hermanos separados, pero también tristemente varios católicos, los que critican la iglesia, porque dicen:
"El vaticano tiene muchos bienes de valor, entonces ¿Por qué no vende lo que tiene y lo reparte entre los pobres, contribuyendo con esto a realizar más obras de caridad en la tierra y con los que más lo necesitan?
Es cierto; en el Vaticano y en muchas iglesias católicas hay bienes que tienen, a parte de un valor sentimental, un gran valor económico. Pero es que Dios y el lugar en el que es venerado, se merecen lo mejor en calidad y valor monetario. Además, Dios así lo pide, y lo podemos comprobar cuando manda al Rey Salomón a construirle un Templo para que todos vayan a adorarlo. Y a todos estos podemos responderles: "porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán".
A Dios no le gusta lo mal hecho: no recibe sobras, desperdicios, lo chafa; por el contrario, quiere que tu hagas lo que hizo María (hermana de Lázaro, a quien Cristo resucitó después de tres días de haber muerto) al verter su perfume costoso sobre los pies de Cristo y secarlo con su cabellera. Que fue simplemente darle lo mejor.
En este Lunes Santo, todos deberíamos ofrecer a Cristo lo mejor de nosotros. Esta bien si tienes dinero o bienes y quieres donar algo, más por encima de esto, lo que a Dios le interesa es que le entregues tu tiempo, tu corazón y que te dispongas a conocer y reconocer el gran amor que siente por ti, y por mi.
Si todos pudiéramos despedir un olor de nuestro cuerpo en relación al estado de gracia o de pecado en el que vivimos; considerando, que el estado de gracia, es oler al perfume carísimo de escencia de nardo y el olor del pecado es como oler a rancio, a mortura: ¿A qué olerías tú? Si tu respuesta es igual a la mía, es decir, olemos a rancio y a mortura. Te aviso que la buena noticia es que tenemos una nueva oportunidad e cambiar este olor por el de nardo. Y no, no lo podemos hacer solos, es Cristo, quien por su gran amor, está dispuesto a concedérnoslo a través del Sacramento de la Penitencia o Confesión.
Que el intensísimo olor a nardo que despide María, La Santa Madre de Dios, nos inspire a tomarla como modelo de humildad y sencillez, para oler a nardo, es decir, a Estado de Gracia. Amén.
