¡Mi corazón y todo mi ser se regocijan por el Dios vivo!

Mensaje de cuaresma día 20. lunes 08.03.2021

Antífona: Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor; mi corazón y todo mi ser se regocijan por el Dios vivo.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Que nuestro Señor Jesucristo inunde nuestros corazones con su Gracia y su Paz. Así sea.

Llegamos al 3er. lunes de la III semana de cuaresma y este día la primera lectura 2Reyes: 5, 1-15, nos narra cómo un guerrero general del ejercito de Siria llamado Naamán, estaba enfermo de lepra, pues le contaron al Rey de Siria que había en Samaria, un hombre que lo curaría de su enfermedad, se refería al profeta Eliseo. Entonces, va Naamán con muchos regalos y una carta del Rey Sirio para el Rey de Israel en donde le pedía que curara de la lepra a su guerrero. Este Rey de Israel lee la carta, se molesta y cree que solo esta buscando hacerle la guerra, pero el profeta Eliseo pide que se lo mande en cuanto llegue. 

Llega Naamán a la casa del profeta y este, sin hacerlo pasar, le mandó decir con uno de sus criados que se bañara en siete veces en el río Jordán quedaría limpio, pues ahora  Naamán se enoja porque el quería que lo recibiera personalmente, que recibiera los regalos y que hiciera una especie de rito a su Dios delante suyo, para milagrosamente resultar curado. Compara el Rio Jordán, que estaba al alcance de todos, con otros mucho más limpios, con aguas de mayor calidad, creyó que era un engaño y ya se retiraba cuando sus criados lo persuadieron diciéndole que era algo muy sencillo lo que le pidió el profeta, finalmente Naamán se baño como le dijo Eliseo y quedo sano de su lepra, fue donde el profeta y le dijo: "ahora se que no hay más Dios que el de Israel".

La gente quiere ver prodigios para creer en Dios, para ser católico; Hay gente que se ha convertido al cristianismo católico solo después de comprobar un milagro Eucarístico. Otros ponen de condición a Dios que para seguir siendo católico les cumplan un milagro, pero no le hacen una sola alabanza en todo el santo día, otros más, quieren ver a todo el mundo hablando en lenguas para creer en la presencia del Espíritu Santo, y los que creen que solo las Misas de sanación, sanan, siendo que la Misa más solemne y la más sencilla tienen un valor que solo Cristo pagó por ti y por mi. ok, Si tu forma de acercarte a la iglesia  y participar fue una de estas o parecida, está bien, porque finalmente has llegado a encontrarte con Cristo, pero sería conveniente que creyeras sin necesidad de demostraciones, es decir, a través de algo muy fundamental en nuestra iglesia, como lo son una FE y una RAZÓN verdaderas. Cuando logres esto, tus encuentros con Cristo serán mas maduros. 

En cuanto al Evangelio Lucas: 4, 24-30, Retoma esta primera lectura referente a Naamán y su incredulidad al Profeta Eliseo, para a través una RAZÓN verdadera, decir: "nadie es profeta en su tierra", este razonamiento fue tan verdadero y efectivo que hizo enojar a todos los que estaban con Él en la Sinagoga y querían lanzarlo de un cerro.

Al respecto podríamos decir: "a mi Dios no me manda mensajes, entonces yo no llego a ser un profeta", ok, pero si estás dispuesto a trabajar en la "viña del Señor" para dar testimonio de tu fe; a tu familia, a tus vecinos, a tu parroquia, algo podrías hacer, ¿no crees?.

Hay 3 puntos sobre los que podrías trabajar:

1. Las virtudes domésticas (papa San Pablo VI): las que son propias de la convivencia humana; el silencio, el servicio, escucha, estabilidad de ánimo. ¿Qué tanto practicas estas virtudes?, puedes descubrirlo si te haces esta pregunta: ¿Qué tan fácil o difícil sería vivir conmigo? y de aquí parte el segundo punto:
2. Coherencia: es como este refrán "candil de la plaza y oscuridad de la casa", es decir, si tienes capacidad de servicio afuera, que se note adentro. Porque hay personas que son unas de visita; pero otras cuando están con su gente.
3. Intercesión: Puedes ser un gran profeta o un trabajador de la viña muy bien preparado; que predica con determinación, que afloras los sentimientos de la gente y la dejas chillando, esta muy bien, excelente, pero si nos ordenamos, antes del 2 esta el 1: orar, orar y orar, porque dice el mismo Jesucristo:"Oren sin cesar", porque ¿Cómo vas a lograr que la gente adore a Dios, si tu nunca oras siquiera por ti.

Ahora viene la otra cara de la moneda con esta pregunta: ¿Porqué nadie es profeta en su tierra? Porque nos pasa lo que a la cubeta llena de cangrejos mexicanos, ya te la sabes, que si uno quiere salir los demás no lo dejan: La soberbia, el orgullo, el egoísmo, etc., porque para algunos, reconocer que hay un profeta entre nosotros, significa aceptar que estamos ciegos, que no podemos leer y entender lo que el profeta. En la familia:¿Cómo es que tú, que eres mi sobrino, me quieres corregir el rezo del Santo Rosario a mi, que llevo 20 años rezándole así?. En la iglesia: ¿Qué autoridad tienes tú para decirme que este canto no es litúrgico y pedirme que no lo haga en la Misa?, "cositas así".

En resumen: si tu eres profeta o trabajador de la viña, trabajan en tus fragilidades y sigue pidiendo a Dios ese don porque seguirás siendo profeta en tu tierra o fuera de ella. Ahora bien, si tu eres "un humilde cervatillo que habita en la serranía"; un feligrés, un seguidor de Cristo, católico de hueso colorado, etc., no seas como Naamán, que descalificó el mensaje por no creerle al mensajero y por poco se pierde la oportunidad de ser curado de la lepra.

Te rogamos, Señor, que tu diestra proteja al pueblo que te invoca y, una vez purificado, dígnate llenarlo de sabiduría, para que, por medio de los consuelos presentes, se encamine hacia los bienes futuros. Amén. 

MEMORARE

Fray Luis de Granada, O.P. (1504-1588)

No me desampare tu amparo,

no me falte tu piedad,

no me olvide tu memoria.

Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá?

Si tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí?

Si tú, que eres Estrella de la mar

y guía de los errados, no me alumbras, 

¿dónde iré a parar?

No me dejes tentar del enemigo,

y si me tentare, no me dejes caer,

y si cayere, ayúdame a levantar.

¿Quién te llamó, Señora, que no le oyeses?

¿Quién te pidió, que no le otorgases?

Amén.