Cuaresma: "Iesu, mitis et humilis corde, fac cor meum sicut tuum". "Jesús, manzo y humilde de corazón. haz mi corazón semejante al tuyo" Mt. 11, 29.
Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 22-25
Luego del gran compromiso adquirido ayer; con el ayuno, oración y limosna (obras de misericordia), este jueves Cristo, sin darle vuelta a las cosas, explica a sus apóstoles lo que va a pasar con Él: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día", y así también derecha la flecha, nos impone un requisito así que: "Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga".
Y como decía mi abuelita: "Aquí es donde la puerca torció el rabo", porque así como estas cosas pasaron con Cristo a través de su pasión, muerte y resurrección, así mismo pasaron con sus apóstoles: a San Pedro lo crucificaron, a San Pablo le cortaron la cabeza, etc. Y todo esto pasó con ellos porque así tenía que suceder, y aquí muchos podrán preguntar:
¿Entonces para qué planeamos nuestra vida, si finalmente Dios va a ser con nosotros lo que quiera? NO es así. Dios respeta nuestra libertad, lo podemos ver en este evangelio cuando dice: "Si alguno quiere acompañarme", no es obligación, esto es opcional, aplica si tu lo quieres seguir. Solo te avisa que no será fácil, se necesitan dos cosas:
- Negarse a sí mismo, es decir, que renuncies a tu libertad y te hagas esclavo de Cristo. Como dijo San Pablo: " Ya no vivo yo, es Cristo quién vive en mi" Gal. 2, 20. y checa la total esclavitud por voluntad, cundo dice: "Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo," Fil. 3, 8.
- Tomar tu cruz. Que no te sientes preparado, que te sientes indigno, que eres limitado, que eres pecador, que no sabes cómo, que qué van a decir los "Corcuera y Riva Deneira", y sí, es cierto, tú y yo tenemos estos defectos y más, pero tan solo échate un clavado a revisar la vida de los santos y te darás cuenta que fueron como cualquier hijo de vecino. Pero ellos tomaron su cruz, es decir, todos estos inconvenientes y siguieron a Cristo, y Él los fue sanando y santificando.
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