Mensaje de cuaresma día 05. domingo 21.02.2021
Antífona: Me invocará y yo lo escucharé; lo libraré y lo glorificaré; prolongaré los días de su vida.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, que Dios todopoderoso nos conceda que por las prácticas anuales de esta celebración cuaresmal, progresemos en el conocimiento del misterio de Cristo, y traduzcamos su efecto en una conducta irreprochable. Así sea.
Llegamos al primer domingo de cuaresma en el que San Pedro en la segunda lectura; 1Pedro 3, 18-22, explica la primera del Génesis 9, 8-15, así: Queridos Hermanos: Cristo murió, una sola vez y para siempre, por los pecados de los hombres; Él, el justo, por nosotros, los injustos, para llevamos a Dios; murió en su cuerpo y resucitó glorificado. En esta ocasión, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados, que habían sido rebeldes en los tiempos de Noé, cuando la paciencia de Dios aguardaba, mientras se construía el arca, en la que unos pocos, ocho personas, se salvaron flotando sobre el agua. Aquella agua era figura del bautismo, que ahora los salva a ustedes y que no consiste en quitar la inmundicia corporal, sino en el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que subió al cielo y está a la derecha de Dios, a quien están sometidos los ángeles, las potestades y las virtudes.
¿Cómo pudo un hombre sencillo escribir esto, sino a través de la acción del Espíritu Santo que habita en él?, que por misericordia de Dios y para bien nuestro, proclamó Cristo como primer PAPA y celoso guardián de las puestas del cielo.
En la lectura del Santo Evangelio; Marcos 1, 12-15, en el verso 12, 13a, "el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás". En el desierto nos engaña la vista, así como pasa en un carnaval, en el que predominan los disfraces, el anonimato, lo
oculto; así el demonio se nos presenta para llamar nuestra atención, para tentarnos, para seducirnos mediante la vida fácil, el consumismo, el desenfreno, el ocio, el buenismo, que vuelve relativo todo lo sagrado. Hay gente tan inmersa en esto que no hace nada, no lucha por salir de esa vida, que se deja vencer, como las ranas que son metidas en una cazuela y se ponen al fuego, ellas permanecen allí porque se sienten cómodas, hasta que mueren sin darse cuenta cuando el agua hierve.
Igualmente, por misericordia de Dios, el desierto es un lugar donde él nos habla, lugar para la reflexión, para la introspección, para quitar lo que nos estorba, para descubrir nuestras fragilidades, para ser conscientes de que "la cazuela se ha puesto al fuego" y es El Bautismo, que nos hizo Hijos adoptivos del Dios Padre, miembros de la única iglesia que Cristo fundó y nos proclamó Sacerdotes, Profetas y Reyes, el que nos alienta, a través del Espíritu Santo a la conversión, "a salir de la olla" antes de que vuelva a hervir.
Visita Padre bueno, esta habitación, aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca por siempre con nosotros. Amén.
Bendita sea tu pureza y eternamente los sea, pues todo un Dios se recrea en tan singular belleza, a ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma vida y corazón, míranos con pasión y no nos dejes Madre Mía sin tu grata compañía. Amén.
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