Miércoles I cuaresma: Los tiempos de Dios

Cuaresma: "Iesu, mitis et humilis corde, fac cor meum sicut tuum". "Jesús, manso y humilde de corazón. haz mi corazón semejante al tuyo" Mt. 11, 29. 

Miércoles I cuaresma: Los tiempos de Dios.  

Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 29-32

En el año 2010 fui acusado de robo por el dueño de la empresa donde trabajaba, fui llamado a presentar mi declaración, me presenté con la conciencia tranquila de no haber cometido el ilícito, no fui detenido. Pasaron 2 años y fui detenido, acusado de robo calificado. Siempre confié en Dios, pero presentía algo malo, estaba triste de ver sufrir a mis padres, pero me hacía el fuerte frente a ellos.

Sin la asesoría jurídica efectiva (vi solo dos veces al abogado de oficio, que decía que todo estaba bien) desconocedor de los procesos, de lo que hay que decir y como decirlo, de lo que no hay que decir, pues "metí la pata" con lo que declaré y el juez determinó que caí en contradicciones y que en cierta forma me acusé, resulté culpable. Salí de la cárcel a los 10 días bajo fianza y mi padre fue donde un amigo, quien le prestó dinero para mi, porque fui condenado a reponer el daño de un ilícito que no cometí. Mas o menos durante 6 años estuve pidiendo y pagando prestamos con intereses para regresar ese dinero, el amigo de mi papá no me cobró intereses.

Tremenda experiencia en líneas resumidas, pero ¿Porqué cuento todo esto? Pues es que el evangelio de hoy habla de signos que a Cristo le piden. Él se niega porque se da cuenta que lo único que queria la gente era retarlo como lo hizo el demonio en el desierto, querían solo sacar la ventaja del milagro o del prodigio.  

¿Porque digo esto?, por que los tiempos de Dios son perfectos. A lo largo de nuestra vida, Dios nos concede muchos milagros según su voluntad, como en mi caso: la vida, tener una familia unida, casa, vestido y sustento y el Santísimo Sacramento, etc. En tu caso, otras cosas que Dios sabe que tu necesitas, bueno, pues todo, alegre, gozoso, sentimos el pleno amor de Dios.

Cierto que no cometí ese ilícito, no robé, pero sí que cometí otros que para Él, que juzga con justicia, resultaron bastante desagradables, que uno solo o acumulados desataron su enojo, así mismo como lo que relata la primera lectura (Jon. 3, 1-10); donde Dios, muy enojado, envía a Jonás a Nínive para anunciarles que se arrepientan de su maldad, que hagan ayuno y penitencia. Los Ninivitas se arrepintieron, Dios los perdonó y se salvaron del castigo de Dios. 

Dios siempre es Amor y por el gran amor que nos tiene, nos ve distraídos en cosas mundanas y nos regala un signo que no nos gusta, que no quisiéramos pasar, pero que Él permite para que no nos perdamos, sino que nos salvemos. Porque: "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1Tim 2, 4)

Desde mi detención y  mucho tiempo, años después, sentía mucho miedo, porque clamaba a Dios y no me sentía escuchado, era esa sensación de noche oscura, tétrica, pero yo siempre le decía "Señor mío y Dios mio, yo tengo fe, sé que existes y que estás conmigo aunque no sienta tu presencia, fortaléceme para soportar esta angustia de tu ausencia". Hoy que han pasado 10 años y sanadas las heridas de la batalla, no me duele recordar esto.

Tal ves tu estés pasando un momento de angustia como este o diferente o peor. No te desesperes, Te aseguro que Dios sí está contigo y que te hará salir, con huellas de la batalla pero victorioso, porque le interesas y porque así es Él.  

Y si por gracia de Dios tu ya saliste, si has sanado heridas, alaba a Dios y sigue adelante. Recibe de Dios todas las bendiciones, las que te parecen buenas y las que te parecen malas. Cuéntale a todos ¡Qué bueno es el Señor!