Mensaje de cuaresma día 21. martes 09.03.2021
Antífona: Te invoco, Dios mío porque tú me respondes; inclina tu oído y escucha mis palabras. Cuídame, Señor, como a la niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Pedimos a Dios, grande y misericordioso, que su Gracia nunca nos abandone, para que nos haga perseverar dedicados a tu santo servicio y nos obtenga siempre tu ayuda. Así sea.
Estamos en el 3er. martes de la III semana de cuaresma, en la primera lectura de Daniel: 3, 25. 34-43, el profeta Azarías ora a Dios admitiendo que el pecado a cegado sus ojos y ha apartado de su gracia al pueblo de Israel. Le pide por Abraham, por Isaac y Jacob, que no rompa su alianza y que sea misericordioso. Al final del la lectura, el profeta, no teniendo nada que ofrecerle a Dios, le ofrece "el corazón adolorido y el espíritu humillado" de su pueblo.
Los aires de grandeza, la soberbia, el orgullo, etc., son producto de construir sobre un cimiento o base de mentiras, de premisas falsas y, como vivimos enceguecidos, apenas nos topamos con la realidad y descubrimos que no; no somos tan buenos, ni tan justos, ni tan agradables como creemos. Brota la verdad, de la que se dice "duele", pero lo que duele no es la verdad en sí, sino tener que acabar con tantas mentiras utilizadas como cimiento.
Sí tus mentiras fueron ya derribadas por el viento de la verdad y tu insistes en mantenerlas, te estás condenando a seguir sufriendo, cargando con estas culpas. Pero si las aceptas, si no culpas a otros, estas dando el primer paso para una auténtica contrición. Las lagrimas de la contrición; es decir, del dolor de haber pecado, limpiarán tus ojos para ver el rostro amoroso de Dios perdonador, nuestro Padre, el tuyo y el mío.
Después de pedir perdón hay que aprender a perdonar, esto nos dice la lectura del evangelio Mateo: 18, 21-35, una lectura muy conocida, en donde Pedro le pregunta a Cristo cuántas veces debemos perdonar, que le responde "SIEMPRE" y después le cuenta la parábola del criado que debía mucho dinero al Rey, pide que le quiten lo que tiene y lo metan a la cárcel. Pide perdón el deudor, lo perdonan, sale él y se encuentra con alguien que le debía poco y no lo perdona. Se entera el Rey, le reclama no haber perdonado, y lo devuelve a prisión hasta pagar todo.
Ahora bien, te pregunto: ¿Qué es perdonar? puedes comenzar por definir el perdón y tener un cimiento, una base verdadera:
- Si llegas a comprender qué es perdonar, inmediatamente, llegarás a la conclusión de que: es infinito, es inagotable, es inextinguible, porque si tu das un perdón con fecha de caducidad, entonces nunca perdonaste.
- Perdonar no es olvidar, no es hacer de cuenta que no existió. Si no perdonas con sinceridad, no puedes luchar vs la verdad de un recuerdo hiriente.(primera lectura).
- Perdonar es; liberar, quitarte un estorbo, recordar sin dolor, es el camino por el que recuperas esa coinonía, esa comunión que habías perdido con Dios y con el prójimo.
- Perdonar no depende de quien perdonas, sino de ti, el perdonador, que si no sabes cómo perdonar un gran daño, acude a Dios y su misericordia para dejarlo en sus manos y recibe este regalo.
- Sin el perdón no existiría tu matrimonio, ni tus buenos amigos, ni tu hábito religioso. Cuando la pena es grande se vale llorar, se vale reclamar, cuestionar a Dios, tómate tu tiempo, pero después deja de llorar y levántate, que la visa sigue. Recuerda que somos seres sociales por naturaleza, necesitamos unos de otros y siempre surgirán roces, pero debemos tener la humildad de reconocerlo y sencillez para pedirlo.
"La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena".
Pidamos a Dios Padre, tan cierto como el aire que respiro, que por medio de su Santo Espíritu saque de nuestros corazones lo que nos impide perdonar y lo llene de su gracia y su paz. Amén.
Como el océano recibe todas las aguas,
así María recibe todas las gracias.
Como todos los ríos se precipitan en el mar,
así las gracias que tuvieron los ángeles,
los patriarcas, los profetas, los apóstoles,
los mártires, los confesores y las vírgenes
se reunieron en María.
Amén.